La caída de las hojas

El aura primaveral
despierta al jardín, mimosa,
y el ruiseñor, por la rosa
entona su himno nupcial.

Bajo la aromada sombra
de los tupidos rosales,
en las horas estivales
reposa en la muelle alfombra.

Sus pétalos al caer
sobre ti, te irán diciendo:
-«Como tú, vamos volviendo
hacia donde fué el nacer».

Omar Kayyan

12 de Octubre

Voy a romper una de las promesas que me hice al abrir esta bitácora, para mencionar cierto tema. Mantendré la de no cabrearme ni ponerme a gritar (metafóricamente hablando) aquí.Hoy es el Día Nacional (también lo llaman del Pilar, del Descubrimiento, de la Hispanidad, de la Raza, etc.). El caso es que el líder de uno de los grandes partidos políticos ha instado a sacar banderas españolas este día. En la intención no entro, pero el resultado no puede ser más perverso. Ahora resulta que muchos no podemos ondear nuestra propia bandera porque sería hacer el caldo a ese hombre. Por esta vez pase, aunque me parece indecente que se toque así un símbolo nacional. Los políticos (si no todos, al menos los jefes) debieran tener la suficiente formación en ciencias humanas, o al menos el sentido común  bastante, como para ser conscientes de lo peligroso que resulta jugar con los símbolos colectivos.En fin, por otra parte, ya que esta vez me han maniatado (no es que yo cuelgue bandera en mi ventana en este día, pero tengo todo el derecho del mundo a hacerlo sin que por eso signifique que alguien se anote un tanto a mi costa), por lo menos que no me amordacen. Así que aquí, para celebrar nuestro viejo 12 de Octubre, dejo este poema de Cernuda y Serrat.

España, camisa blanca de mi esperanza,
reseca historia que nos abrasa
con acercarnos sólo a mirarla;
paloma buscando cielos más estrellados
donde entendernos sin destrozarnos,
donde sentarse y conversar.

España, camisa blanca de mi esperanza,
la negra pena nos atenaza,
la pena deja plomo en las alas.
Quisiera poner el hombro y pongo palabras
que casi siempre acaban en nada
cuando se enfrentan al ancho mar.

 España, camisa blanca de mi esperanza,
a veces madre y siempre madrastra,
navaja, barro, clavel, espada.
La muerte, siempre presente, nos acompaña
en nuestras cosas más cotidianas
y, al fin, nos hace a todos igual.

 España, camisa blanca de mi esperanza,
de fuera o dentro, dulce o amarga,
de olor a incienso, de cal y caña.
Quien puso el desasosiego en nuestras entrañas
nos hizo libres, pero sin alas,
nos dejó el hambre y se llevó el pan.

España, camisa blanca de mi esperanza,
aquí me tienes, nadie me manda,
quererte tanto me cuesta nada.
Nos hace siempre a tu imagen y semejanza,
lo bueno y malo que hay en tu estampa
de peregrina a ningún lugar.

Amor más poderoso que la muerte (Romance del Conde Niño)

Conde Niño, por amores
es niño y pasó la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.

Mientras el caballo bebe,
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.

Caminante que camina
olvida su caminar
navegante que navega,
la nave vuelve hacia allá.

La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,

sentireís cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita madre,
la de tan bello cantar,

sino es el Conde Niño,
que por mi quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
es su tan triste penar!

-Si por tus amores pena,
oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce,
yo le mandaré a matar.

-¡Si le manda a matar madre,
juntos nos han de enterrar!-
El murió a la medianoche,
ella a los gallos cantar;

a ella como hija de reyes,
la entierran en el altar;
a él, como hijo de condes,
unos pasos más atrás.

De ella nació un rosal blanco,
dél nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;

las ramitas que se alcanzan,
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban,
no dejan de suspirar.

La reina llena de envidia,
ambos los mandó a cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.

De ella naciera una garza,
dél un fuerte gavilán;
juntos vuelan por el cielo.
juntos vuelan par a par.

El viaje definitivo

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez

Escrito con tinta verde

La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.
Deja que mis palabras, oh blanca, desciendan y te cubran
como una lluvia de hojas a un campo de nieve,
como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.

Brazos, cintura, cuello, senos,
la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.

Tu cuerpo se constela de signos verdes
como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira al cielo y su verde tatuaje de estrellas.

Octavio Paz

A un gato

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.

Jorge Luis Borges

De las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique.

Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, 

que es el morir; 

allí van los señoríos 

derechos a se acabar 

y consumir; 

allí los ríos caudales, 

allí los otros medianos 

y más chicos, 

y llegados, son iguales 

los que viven por sus manos 

y los ricos. 

 

 

Anónimo, del Romancero.

¿Dónde vas el caballero

dónde vas, triste de ti?

que la tu querida esposa

muerta está, que yo la vi.

La señas que ella tenía

bien te las sabré decir

su garganta es de alabrastro

y sus manos de marfil.

Para viajar bien, viajero

Busca la compañera que te ofrende su ofrenda
y a quien dedicar puedas la esencia de tu vida,
porque en días futuros no hallarás quien te entienda,
ni quien calme tu fiebre ni quien cure tu herida.

Deja que el corazón te demarque el camino;
sé confiado y ten calma, que en la hora oportuna
él te dará, perfecta, la ley de tu destino
y la clave alfabética de la buena fortuna.

Busca el alma gemela, porque una noche fría
e interminable, duerme tras el fulgor del día.
Y entre el tiempo que espera y el tiempo que ejecuta

es humano tener la eternidad, hermano,
que persuasivamente interponga su mano
y nos quiebre en la nuestra la copa de cicuta.

 Martínez Estrada (gracias a una amiga)

De Alonso Pérez de Vivero

Con dos cuidados guerreo

que me dan pena y sospiro:

el uno cuando no os veo,

el otro cuando vos miro.

 

Mirándoos, de amores muero

sin me poder remediar;

no os mirando, desespero

por tornaros a mirar;

lo uno cresce en sospiro,

lo otro causa desseo

del que peno cuando os miro

y muero cuando no os veo.