Amurado (Tango, fragmento)



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¡Si me viera! ¡Estoy tan viejo!

¡Tengo blanca la cabeza!

¿Será acaso la tristeza

de mi negra soledad?

Debe ser, porque me cruzan

tan fuleros berretines

que voy por los cafetines

a buscar felicidad.

 

Bulincito que conoces mis amargas desventuras,

no te extrañe que hable solo. ¡Que es tan grande mi dolor!

Si me faltan sus caricias, sus consuelos, sus ternuras,

¿qué me quedará a mis años, si mi vida está en su amor?

 

¡Cuántas noches voy vagando angustiado, silencioso

recordando mi pasado, con mi amiga la ilusión!…

Voy en curda… No lo niego que será muy vergonzoso,

¡pero llevo más en curda a mi pobre corazón!

 

Letra de Grandis. Música Maffia/Laurenz

Torrente de canto de pájaros



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El hombre descansa, las flores de acacia caen.

La noche es serena, la montaña de primavera desierta.

La luna sale, sorprende a los pájaros de la montaña

Y entonces cantan dentro del torrente de primavera.

 

Poema chino



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Viaje sin regreso



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A veces me parece que no debo

continuar navegando en tu marea,

que con furia la proa me golpea…

Y mi gran osadía desapruebo.

Ante tu oleaje inmenso me conmuevo.

Al sentir de tus aguas la pedrea,

comprendo la locura de mi idea

y a seguir adelante no me atrevo.

Retornar, sin embargo, es peligroso

y continuar la lucha más honroso…

Ya me jugué la vida al empezar

este viaje que no tendrá regreso…

Ahora, felizmente lo confieso,

¡en tus aguas deseo naufragar!

 

Eugenio Martínez Morantes

Agua dormida

Agua dormida de aquel pilón:

agua desierta;

agua contagiada del conventual

silencio de la huerta.

Agua que no te evaporas,

que no te viola la cántara,

y que no cantas, y que no lloras.

Tu oblongo cristal

es como el vidrio de una cámara fotográfica

que retrata un idéntico paisaje

de silencio y de paz.

Tus húmedos helechos,

un cielo siempre azul, y quizás

un celaje…

Tú a la vida, jamás, jamás te asomas

y te basta de un álamo el follaje,

y en las tardes, un vuelo de palomas…

Agua dormida,

agua que contrastas con mi vida,

agua desierta…

 

Francisco González León

 

Agua Mujer

¿Qué me copiaste en ti,

que cuando falta en mí

la imagen de la cima,

corro a mirarme en ti?

Juan Ramón Jiménez

El anillo

Raro anillo que clarea,
Raro anillo que sombrea
Una profunda amatista.
Crepúsculo vespertino
Que en tu matinal platino
Engarzó espléndido artista.
El porvenir es de miedo…
¿Será tu destino un dedo
De tempestad o de calma?
Para clarearte y sombrearte,
¡Si yo pudiera glisarte
En un dedo de mi alma!…

Delmira Agustini

El sol y la noche

Encendido en sus propias llamaradas,
la sed devora al luminar del día,
y, eterno amante de la noche fría,
persigue sus espaldas enlutadas.
Ansioso de sus sombras regaladas,
en vano corre la abrasada vía;
que él mismo va poniendo el bien que ansía
donde nunca penetran sus miradas.
La dicha ausente, y el afán consigo,
arde y redobla su imposible instancia,
llevando en sus entrañas su enemigo…
¡Así corro con bárbara constancia,
y siempre encuentro mi ansiedad conmigo
y el bien ansiado a la mayor distancia!

Adelardo López de Ayala

Jardín de Invierno

Llega el invierno. Espléndido dictado

me dan las lentas hojas

vestidas de silencio y amarillo.

 

Soy un libro de nieve,

una espaciosa mano, una pradera,

un círculo que espera,

pertenezco a la tierra y a su invierno.

 

Creció el rumor del mundo en el follaje,

ardió después el trigo constelado

por flores rojas como quemaduras,

luego llegó el otoño a establecer

la escritura del vino:

todo pasó, fue cielo pasajero

la copa del estío,

y se apagó la nube navegante.

 

Yo esperé en el balcón tan enlutado,

como ayer con las yedras de mi infancia,

que la tierra extendiera

sus alas en mi amor deshabitado.

 

Yo supe que la rosa caería

y el hueso del durazno transitorio

volvería a dormir y a germinar:

y me embriagué con la copa del aire

hasta que todo el mar se hizo nocturno

y el arrebol se convirtió en ceniza.

 

La tierra vive ahora

tranquilizando su interrogatorio,

extendida la piel de su silencio.

 

Yo vuelvo a ser ahora

el taciturno que llegó de lejos

envuelto en lluvia fría y en campanas:

debo a la muerte pura de la tierra

la voluntad de mis germinaciones.

Pablo Neruda

Amor eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la Tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

Gustavo Adolfo Bécquer.

 

 

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, más tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo