De «Antes del Odio», de Miguel Hernández

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión:
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy. Siénteme libre.
Sólo por amor.

En una lejanía (fragmento)

Mujer,

Apenas resonancia,

Apenas territorio

Donde el abismo a veces me aguardaba,

A ti,

Apenas mi palabra

Doblándose en la cruz de la nostalgia.

 

Mi soledad

Te abisma de silencio

Y nuestros pasos

Parecen

Grabarse en la secreta

Penumbra

De todas las tristezas.

 

Pero

Tiendes un puente

Hasta mí

Desde tus lejanías,

Te presentas

-perfil de compañera-

Y toco

Tu proyectarse de horizonte

Hacia mis ancestrales

Soledades.

 

William Baecker 

Soneto LXII

Ay de mí, ay de nosotros, bienamada,

Sólo quisimos amor, amarnos,

Y entre tantos dolores se dispuso

Sólo nosotros dos ser malheridos.

Quisimos el tú y el yo para nosotros,

El tú del beso, el yo del pan secreto,

Y así era todo, eternamente simple,

Hasta que el odio entró por la ventana.

Odian los que no amaron nuestro amor,

Ni ningún otro amor, desventurados

Como las sillas de un salón perdido,

Hasta que se enredaron en ceniza

Y el rostro amenazante que tuvieron

Se apagó en el crepúsculo apagado.

 

 

Pablo Neruda

Dormirse en el olvido del recuerdo…

¡Dormirse en el olvido del recuerdo,

En el recuerdo del olvido,

Y que en el claustro maternal me pierdo

Y que en él desnazco perdido!

¡Tú, mi bendito porvenir pasado,Mañana eterno en el ayer;

Tú, todo lo que fue ya eternizado,

Mi madre, mi hija, mi mujer!

Miguel de Unamuno

Agua en el agua

Quisiera que mi vida

Se cayera en la muerte,

Como este chorro alto de agua bella

En el agua tendida matinal;

Ondulado, brillante, sensual, alegre,

Con todo el mundo diluido en él,

En gracia nítida y feliz.

Juan Ramón Jiménez

Melancolía

Me siento, a veces,

triste como una tarde del otoño viejo;

de saudades sin nombre,

de penas melancólicas tan lleno…

Mi pensamiento, entonces,

vaga junto a las tumbas de los muertos

y en torno a los cipreses  y los sauces

que, abatidos, se inclinan… Y me acuerdo

de historias tristes, sin poesía… Historias

que tienen casi blancos mis cabellos. 

Manuel Machado

 

Río nieve

Mil colinas y ni un pájaro volando,

diez mil sendas, sin huellas humanas.

Una barca solitaria, un anciano con sombrero de cañay ropa pluvial,

pescando a solas en el frío rio nieve. 

Liu Zonguyuan

El viento en la isla

El viento es un caballo:

óyelo cómo corre

por el mar, por el cielo.

 

Quiere llevarme: escucha

cómo recorre el mundo

para llevarme lejos.

 

Escóndeme en tus brazos

por esta noche sola,

mientras la lluvia rompe

contra el mar y la tierra

su boca innumerable.

 

Escucha cómo el viento

me llama galopando

para llevarme lejos.

 

Con tu frente en mi frente,

con tu boca en mi boca,

atados nuestros cuerpos

al amor que nos quema,

deja que el viento pase

sin que pueda llevarme.

 

Deja que el viento corra

coronado de espuma,

que me llame y me busque

galopando en la sombra,

mientras yo, sumergido

bajo tus grandes ojos,

por esta noche sola

descansaré, amor mío.

 

Pablo Neruda

La feria de los pájaros



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Sentí que se desgajaba

tu corazón lentamente

como la rama que al peso

de la nevada se vence,

y vi un instante en tus ojos

aquella locura alegre

de los pájaros que viven

su feria sobre la nieve.

 

Luis Rosales

Ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Borges