¡Siga a esa moto!

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Ayer, hacia las dos de la tarde, había yo bajado del autobús en la calle Serrano y subía por Ortega y Gasset, buscando un restaurante en el que había quedado con unos amigos, cuando de una de las bocacalles salió con estruendo una moto. Iban dos subidos en ella, con los cascos puestos. Resultaron ser algo más que un par de macarras amigos de hacer ruido con la moto.

            Yo iba pensando en mis cosas pero, de repente, me hicieron volver la cabeza unos gritos destemplados. Los de la moto acababan de arrebatar algo a un tipo trajeado, de entre treinta y cuarenta, algo sobrado de kilos. Les perseguía maldiciéndoles pero, claro, no pudo atraparles. No sé qué le habían quitado, puede que un maletín. Cuando acerté a mirar, alertado por las voces, no pude ver muy bien entre los coches.

            Lo fenomenal vino después. El robado había echado mano al móvil, sin duda para llamar a la policía, y los de la moto ya iban Ortega y Gasset abajo. De repente, la víctima, se fijó en que había otro tipo sobre otra moto y, sin pensárselo dos veces, saltó a la parte de atrás y le dijo algo al motorista. Éste se volvió estupefacto pero luego asintió y los dos salieron a escape, en persecución de la moto de los ladrones. En seguida se perdieron todos de vista.

            Supongo que no intentarían nada tan dramático como tratar de alcanzar y reducir a los ladrones. Dramático, peligroso y de resultado incierto. La gente normal no suele ir armada por la calle; los ladrones muchas veces sí, y cada vez más. Pero con perseguirles e ir radiando a la policía por dónde iban, a través del móvil, no me cabe duda de que debieron acabar por coger a los asaltantes. A no ser que estos, con las prisas, se estampasen contra el lateral de un autobús, algo que en Madrid ocurre con relativa frecuencia a los moteros demasiado acelerados. Ese, sin duda, sería un final lamentable para esta historia, puesto que habría que repintar el lateral del autobús y, como todo el mundo sabe, el uso de pinturas y aerosoles daña el ya de por sí muy dañado ecosistema. Y no queremos castigar más de lo necesario a nuestro pobre planeta, ¿no es cierto?

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